CUANDO EL SEXO SE CONVIERTE EN ADICCIÓN
El sexo representa una indispensable necesidad biológica para el individuo y para la especie. Según la jerarquía de necesidades establecida por el célebre psicólogo norteamericano A. Maslow, esta necesidad básica se situaría en el mismo nivel que otras necesidades fisiológicas elementales, como la alimentación, la respiración, el sueño y la necesidad de descanso.
puede dar lugar a un gran sufrimiento psíquico para la persona o bien para allegados
La conducta sexual humana tiene como una de sus principales funciones preservar nuestra continuidad biológica (debido a su función reproductiva) pero también posee una dimensión psicológica y una función hedónica placentera (es una actividad gratificante en sí misma), además de ser una manera de expresar afecto a nivel interpersonal. El impulso biológico natural que nos predispone a llevar a cabo las acciones necesarias destinadas a cubrir esta y otras necesidades, suele surgir ante la presencia de deficiencias en la cobertura de las mismas. De la misma manera, cuando las necesidades fisiológicas se encuentran por exceso cubiertas, normalmente, regulamos a la baja dicha necesidad a través de nuestro comportamiento.
En Psicología, este principio regulador se conoce como homeostasis (punto de equilibrio) y se trata de un concepto vertebrador que nos sirve para explicar la motivación que un individuo experimenta para acometer (o no) un determinado comportamiento (ayudando a situar nuevamente en punto óptimo la necesidad de que se trate). Naturalmente, este punto de equilibrio es variable de unas personas a otras, existiendo diferencias entre individuos. No obstante, son múltiples los ejemplos de problemas psicológicos que implican un inadecuado funcionamiento en relación a este principio equilibrador, lo que puede dar lugar a un gran sufrimiento psíquico para la persona o bien para allegados, pudiendo todo ello conllevar importantes consecuencias negativas.
Puede instruirse al paciente en el aprendizaje de técnicas de control de la ansiedad y el estrés
Las personas que padecen adicción al sexo sufren un claro ejemplo referido a esta pérdida de equilibrio en la regulación de las necesidades sexuales. Estas personas presentan un patrón de conducta sexual alterado y exacerbado (hiper-sexual), tanto en cuanto a aspectos formales de la conducta (elevada frecuencia, duración, pobre adecuación al contexto…) como en relación a la finalidad que se persigue (es decir, en cuanto a la intención u objetivo que se procura alcanzar con el comportamiento dado). El impulso sexual de las personas adictas al sexo y la conducta sexual compulsiva que exhiben no se derivan de una necesidad fisiológica y / o psicológica saludable.
Además, puede instruirse al paciente en el aprendizaje de técnicas de control de la ansiedad y el estrés, para lograr hacer un manejo más efectivo de la misma en las situaciones de exposición que formarán parte fundamental del tratamiento. No obstante, a lo largo de la intervención habrá de atenderse a las demás circunstancias que pudieran actuar como mantenedores del trastorno, por lo que será necesario proporcionar una adecuada educación sexual, modificar pensamientos asociados (lo que se conoce como reestructuración cognitiva), trabajar la autoestima y el autoconcepto del paciente, modificar hábitos de vida, implicar a la pareja en la terapia si fuera preciso y abordar las emociones implicadas en el proceso (vergüenza, culpa, ira, rabia, sensación de vacío…), todo ello tomando en consideración y adaptándose al estado de motivación para el cambio en que se encuentre la persona.
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