EL CIRCUITO MENTAL DE LAS ADICCIONES
La adicción a las drogas depende de un circuito cerebral que implica a la vez la toma de decisiones y el sistema de recompensas del cerebro. Investigadores suizos descubren que dicho circuito se puede activar y desactivar en ratones, evitando la compulsión.
El circuito cerebral relacionado con la adicción se extiende desde la corteza orbitofrontal –relacionada con la toma de decisiones- hasta el cuerpo estriado –implicado en el sistema de recompensa- este conjunto de mecanismos neuronales asocia algunas experiencias con la sensación de placer.
La adicción es una enfermedad mental progresiva que evoluciona por etapas. Primero se da la exposición a sustancias, posteriormente el consumo controlado, finalmente el consumo compulsivo.
Los investigadores anteriormente citados señalan que activando o desactivando a voluntad este circuito cerebral en ratones, se estimula o se detiene el comportamiento compulsivo. Recalcan la importancia de diferenciar entre hábito de consumo y adicción. Una persona no adicta, puede consumir incluso más cantidad de sustancias que una adicta pero también puede dejar de hacerlo cuando decida. En cambio, la persona adicta necesita consumir para seguir con su vida.
En el experimento permitieron a los ratones estimular a voluntad su sistema cerebral de recompensa, que se activa con el consumo de drogas causando sensación de placer. Posteriormente aplicaron una ligera descarga eléctrica a los ratones cuando activaban el sistema de recompensa, para ver si así los ratones seguían estimulando este sistema o desistían al sentir el efecto negativo que conllevaba (la descarga eléctrica). Compraron que el 40% de ratones dejó de activar el sistema de recompensa y el 60% continuó a pesar de las consecuencias negativas que suponía.
La adicción es una enfermedad mental progresiva que evoluciona por etapas. Primero se da la exposición a sustancias, posteriormente el consumo controlado, finalmente el consumo compulsivo.
La adicción cambia el cerebro. Modifica la forma de gestionar el placer, el aprendizaje y la motivación. Las drogas aumentan la producción de dopamina, se acumula mucha cantidad (más del 150%) en el espacio sináptico durante mucho tiempo. El consumo de drogas libera de 2 a 10 veces más dopamina que las recompensas naturales, pero éstas últimas también la aumentan y te hacen proclive a ser adicto a esa conducta, como la adicción al sexo, al juego, las compras, los videojuegos y a la comida basura.
A la vez, la acumulación de dopamina hace que se generen nuevos receptores para esta hormona, de forma que el cerebro se adapta y la dopamina deja de tener efecto. Así disminuye la sensación de placer que provoca la sustancia o conducta, y la persona adicta crea una tolerancia a la misma; es decir, cada vez necesita dosis mayores para tener el mismo efecto.
Una persona no adicta, puede consumir incluso más cantidad de sustancias que una adicta pero también puede dejar de hacerlo cuando decida. En cambio, la persona adicta necesita consumir para seguir con su vida.
Cuando la droga empieza a hacer efecto en el cerebro alterando su equilibrio (homeostasis), el cerebro se resiste. Para lo que adapta los receptores a la droga para que ésta no haga efecto. En definitiva, los receptores del cerebro se hacen insensibles a la sustancia adictiva, necesitando progresivamente más cantidad de droga para obtener los mismos efectos.
La adicción presenta tres estadios: premórbido, mórbido y desenlace funesto.
-Premórbido: en el ámbito externo hace referencia al entorno social inductor de la conducta adictiva y la disfunción familiar sostenida, manifiesta o encubierta. El consumidor presenta: desamor, vulnerabilidad, aflicción, intolerancia a la frustración, infelicidad y angustia.
-Mórbido (patogénico): el enfermo se encuentra en búsqueda permanente de la felicidad ficticia mediante el consumo de drogas. Asimismo en la familia del adicto siempre se encuentra una fisiopatología insufrible (entorno familiar desestructurado).
-Desenlace funesto: hace referencia a las consecuencias de no enfrentar de forma oportuna la adicción. Suelen ser: desintegración familiar, pérdida de identidad, ruina económica y de la personalidad, marginalidad, exclusión social, criminalidad y discapacidad.
Lo cierto es que independientemente de las causas de la adicción e incluso de sus consecuencias, la solución a la enfermedad requiere seguir un tratamiento de recuperación guiado por especialistas, que trate tanto al paciente -en todos los ámbitos necesarios de su vida- como a los familiares del mismo, ya que el apoyo y comprensión de la enfermedad por parte del entorno familiar es una pieza clave en la recuperación de adicciones.
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