¿Y SI ENSEÑARAN EDUCACIÓN EMOCIONAL EN EL COLEGIO?
Tratar la inteligencia emocional es un tema de suma importancia a la hora de enseñar, como nos cuenta Rafael Guerrero, un profesor de Magisterio de la Universidad Complutense de Madrid encargado de enseñar técnicas y pautas para trabajar la educación emocional a los futuros maestros.
“Muchos de los problemas de los adultos se deben a las dificultades en la regulación de las emociones y eso no se enseña en la escuela”, comenta el profesor Guerrero, reivindicando una asignatura especializada en el programa académico de Magisterio.
Muchos de los problemas de los adultos se deben a las dificultades en la regulación de las emociones y eso no se enseña en la escuela
La inteligencia emocional se caracteriza por esa capacidad de controlar y regular las emociones de una forma adecuada, tanto las propias como las ajenas, entendiendo en cada momento lo que ocurre en nuestro cuerpo y expresándonos acorde a una situación determinada.
Según Guerrero, sus alumnos le han llegado a confirmar más de una vez que nadie les ha enseñado a regularse emocionalmente, y que desde pequeños, cuando se enfrentaban a un problema, se encerraban en su habitación a llorar siendo esa la única forma que encontraban de calmarse. Era de esperar en dicha situación que, al llegar a la vida adulta, tuvieran dificultades para adaptarse al entorno, tanto a su entorno laboral como al de tipo personal. “Tenemos que empezar a formar a profesores con la capacidad de entrenar a los niños en el dominio de sus pensamientos”, afirma el profesor, y tiene mucha razón, pues no se puede alcanzar un aprendizaje efectivo si a los propios maestros y maestras no se les enseña conforme a la forma en que los niños deberían aprender y desarrollarse.
Son muchos los beneficios que los niños obtendrían con un sistema educativo que integrase la gestión de las emociones, tales como la reducción del fracaso escolar, la eliminación de la frustración ante pruebas de nivel, la disminución de los niveles de estrés y de apatía…pero, ¿cómo debería llevarse a cabo dicho cambio?
La idea principal consiste en formar a los futuros profesores de educación básica, infantil y primaria, con el fin de hacerles entender y trabajar sus propias emociones. Trabajando de esta forma, a su vez, los profesores podrán ser capaces de enseñar y de educar a sus futuros alumnos. Para conseguir esto, se necesita escuchar y observar de forma detenida las necesidades de cada uno de ellos y poseer una alta capacidad de empatía.
La inteligencia emocional se caracteriza por esa capacidad de controlar y regular las emociones de una forma adecuada, tanto las propias como las ajenas
Según algunos estudios publicados sobre el tema, como los realizados por el Grup de Recerca en Orientació Psicopedagògica (GROP) de la Universidad de Barcelona, cada vez está más demostrado el hecho de que las personas con un mayor control de sus emociones presentan un mejor rendimiento académico y un mayor desarrollo resolutivo para enfrentarse a problemas y adversidades de la vida, pero lo suyo es que esto se pudiera aprender desde la infancia, pues cuesta mucho conseguir esa adaptación y esos recursos una vez que se ha alcanzado ya la edad adulta.
Gestionar bien las emociones es la mejor enseñanza que podemos recibir en la vida, pues muchos de los conflictos que tenemos los adultos, y por supuesto también los niños, se deben en buena parte a esa incapacidad de aceptar y sobrellevar las cosas que nos suceden, sobre todo cuando son cosas desagradables o negativas. Aceptar todo eso como algo que no se puede evitar, gestionando bien los sentimientos que cada situación conlleve, nos empujaría a seguir adelante con fuerza, con motivación y con una capacidad de superación capaz de hacer frente a cualquier adversidad.
Tener esa gestión de las emociones como pilar fundamental de la enseñanza, y obrar en consecuencia a la hora de impartir clases a los niños y también a los que se forman para enseñar cada día, haría posible un mundo en equilibrio que ahora parece difícil alcanzar.
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